lunes, 29 de junio de 2009

Freud en Aguascalientes

Por Guillermo Sánchez Cortés


El creador del Psicoanálisis nunca puso un pie en tierras mexicanas, aunque en su colección de figuras de barro que recorrió el mundo hace años, existen varias piezas del período precolombino pertenecientes a esta región del mundo, lo que demostraba su interés y pasión por la cultura de los antepasados y sobretodo por temas que después retrataría de manera muy acertada acerca de los totems y los mitos.

Su obra, por el contrario, llegó hace muchos años a nuestro país para quedarse.

Hasta donde se conoce, la llegada de la teorías de Freud a México se puede ubicar a finales de la década de los años treinta del siglo pasado, cuando en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional se impartían conferencias y seminarios de la obra freudiana por parte de profesores de esa escuela, entre los que se puede nombrar a Guillermo Dávila, Raúl González Enríquez y a Alfonso Millán.

Sabemos que los primeros psicoanalistas mexicanos salieron del país a formarse, término utilizado para designar la preparación que se requeriría según Freud para ejercer el psicoanálisis. Unos a New York y otros a Buenos Aires y otros más lo hicieron aquí en México cuando Erich Fromm, llegó procedente de los EE.UU. alrededor de 1950.

En el caso especifico de Aguascalientes, las ideas de Freud, llegaron hace menos tiempo pero hoy aún perduran gracias a importantes esfuerzos colectivos e individuales de quienes se dedican al ejercicio y al impulso del psicoanálisis; ya sea ofreciendo atención psicoanalítica a quien lo solicita o impartiendo seminarios de las diversas problemáticas que encierra la teoría freudiana y de sus seguidores, tanto en las aulas universitarias como en espacios particulares.

Uno de los mayores logros de Freud lo fue sin duda su propuesta terapéutica, la cual fue puliendo a medida que su práctica cotidiana le permitía sistematizar su experiencia, dando como resultado una evolución del “método psicoanalítico”, el cual atravesó desde la hipnosis en sus inicios, pasando después por la “presión sobre la frente” del paciente y “pases” trazando una cruz imaginaria sobre el abdomen de los sufrientes hasta arribar a la asociación libre de ideas, que sería algo así como: “Diga usted lo que esté pensando; así, tal cual le venga a la mente, sin enjuiciarlo…..”.

Además, en sus inicios, previos al descubrimiento del psicoanálisis, recomendaba el tratamiento a base de reposo, de aguas termales, de instrucciones u órdenes de tipo moral y hasta la faradización o aplicación de electricidad en los casos en que nada funcionaba.

El maestro José Perrés Hamaui en su curso de 1987 en el Círculo Psicoanalítico Mexicano, ubicado por la calle Odontología por aquellos años, nos indicaba la importancia de seguir paso a paso la evolución del método psicoanalítico; a sus alumnos nos confiaba fotocopias, que aún conservo, de un libro suyo que posteriormente viera luz sobre este tema.

Una de las cosas más originales de la propuesta freudiana lo constituye el hecho de que otorga cada vez más un lugar fundamental a la palabra; hastq que se inclina a utilizar única y exclusivamente el poder de la palabra, sin el acompañamiento de algún otro auxiliar terapéutico, o medicamentoso en sus tratamientos.

La propuesta del psicoanálisis, ridiculizada en muchas películas, va mucho más allá de esos y otros estereotipos. Un psicoanalista está para escuchar el sufrimiento de las personas que se acercan con sus dudas o dilemas, con sus tristezas, con su desesperación, pero sobretodo presta su escucha a aquellos que desean afrontar su sufrimiento.

Después de más de 100 años de existir el psicoanálisis proclama que básicamente está de acuerdo con que la gente sufra con lo que hace sufrir a todo mundo, eso es algo consustancial a la naturaleza humana, pero no comparte la idea de sufrir en razón a la miseria que le impone la cultura y sus prohibiciones. Por eso sigue siendo una práctica revolucionaria contraria a otras prácticas normalizadoras que pretenden devolver un cierto equilibrio tranquilizador a los pacientes.

Habría que afirmar que incluso otras propuestas terapéuticas consideradas como “muy actuales y modernas” por parte de sus impulsores, tienen sus orígenes en el Psicoanálisis, ya que algunos de ellos abrazaron inicialmente la causa freudiana, como es el caso de la Gestalt impulsada por Fritz Perls quien finca también su intervención con los pacientes en base a la palabra, aunque al final, su estrategia terapéutica estriba en el poder de la “sugestión”.


Por antigüedad y eficacia el Psicoanálisis en México, en Aguascalientes y en el mundo tiene ganado el “derecho de piso” para ofertar su opción frente al sufrimiento psíquico de los individuos y las críticas que a menudo se le endosan pretendiendo desaparecerlo del mapa provienen en su mayoría de las veces de personas carentes de ética que argumentan poseer un saber “científico” que, según ellos, ha rebasado o modernizado las “deficiencias” del Psicoanálisis.

Sería deseable poder conocer y contrastar con la propuesta psicoanalítica las nuevas terapias llamadas “alternativas”. Sin duda una discusión de corte académico y clínico-práctico sería provechosa. Lo que no se puede permitir es que desde la trinchera de un cargo público o desde la oficina de una universidad haya quien argumente la necesidad de luchar contra la “pedagogía negra” y otras sandeces con las que atacan a la propuesta de Freud.

Desde su nido de intereses pretenden apropiarse a como de lugar de la atención del sufrimiento psíquico; desean una exclusividad, no toleran la existencia de otros y si bien es cierto que pretenden borrar de la curricula de sus universidades un conocimiento mínimo de la obra psicoanalítica y que desde los centros de atención pública de salud mental que coordinan quieren imponer unilateralmente una forma de clínica, no pueden evitar que sus pacientes, que, cabe aclarar, no son clientes, se resisten a su cura en muchísimos casos.



Abramos el debate y hablemos de nuestras diferencias como se ha hecho con anterioridad con la Psiquiatría, con quien por cierto se ha logrado establecer límites de acción y se han alcanzado resultados que parten del respeto a las diferencias y alcances de cada propuesta.

En Aguascalientes me tocó conocer al Dr. Abel Jiménez Armas, médico angiólogo, quien me confió que durante sus estudios en Paris, se hospedó en el cuarto que muchos años antes ocupara el Dr. Sigmund Freud en el Hospital de la Salpetriere cuando el médico vienes acudió a ese nosocomio en búsqueda de ahondar en su especialidad como fisiólogo y donde vivió una experiencia al presenciar la atención de la enfermedad conocida como histeria, lo cual tendría una gran influencia para su futuro y para el del Psicoanálisis.

Quién diría, que chiquito es el mundo, a lo mejor es lo más cerca que ha estado alguien en Aguascalientes del creador del psicoanálisis, bueno al menos físicamente.

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