martes, 16 de febrero de 2010

De Psyche-navegante Diciembre 2009

Viñeta Clínica: "Caso Fernando"

Número 90 / Diciembre de 2009
www.psyche-navegante.com
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Verónica Colombo

Un día lunes los papás de Fernando llegan a Salud Mental orientados por la doctora de epidemiología. Relatan que el jueves de la semana anterior Fernando se quejaba de que “le dolía la cola porque el profe de música se la había tocado”. La mamá dice que ella no entendía que le había pasado y esperó la llegada de su marido quien le preguntó al niño qué había sucedido. El día viernes van al hospital, de ahí a la comisaría de la mujer y de ahí al forense en Rodríguez. Ese lunes van a epidemiología por el seguimiento del kit de emergencia y prevención.

En ese primer encuentro Fernando estaba en brazos de su mamá medio dormido.

Tiene 3 años y parece ajeno a los relatos de sus papás, a la voz baja de su mamá y a la voz exaltada de su papá. Quien pretende que le den respuestas sobre lo que pasó; investigar por su cuenta y confrontar a Fer con el profe de música para ver qué pasa y cómo reacciona. Se hace difícil aclarar y dividir los espacios para lo penal judicial; espacios de educación y este Espacio para trabajar las cuestiones clínicas y terapéuticas. Espacio para Fernando, espacio para pensar en él y con él.

La mamá parece escuchar y comienza a contar que ellos notaban cambios en los últimos 20 días. Lo veían nervioso, lloraba, a veces se hacia caca encima y pensaban que era por celos con el hermanito de 1 año. Cuenta que tiene pesadillas, que se pasa a su cama y que sueña y habla dormido y dice “que no me haga daño”, “ese juguete no me gusta”.

En el primer encuentro con Fer acepta entrar al consultorio con la puerta entreabierta y los papás afuera. Lo primero que dice es “no quiero hablar”, “no sé cosas de piratas,” “no sé canciones de la selva”. Le digo que está bien, que yo tengo ganas de jugar y jugamos con un juego de encastre. De a poco hacemos comentarios sueltos de las cosas que nos gustan.

A partir del segundo encuentro viene acompañado por la mamá y como ella se tiene que ir al hospital se queda solo conmigo y dice “no quiero que me revisen” le pregunto por qué lo haría y si estuvo enfermo y contesta “por que me tocó” y yo pregunto “¿Qué te tocó?” y responde “mi profe de música”. Vuelvo a preguntar “¿qué tocó el profe de música? Y dice “Toca música con guitarra y muchas cosas más… me tocó la cola en el jardín…despacito me dolió”. Ve hojas y pide dibujar y cuenta que a veces duerme en la cama de su hermana o en la de su mamá.

Dibuja “tormentas”, “tormentas muertas” y “una pantuflas que necesita muchos pelos” con estos primeros dibujos pienso en tormenta- atormenta, ¿algo de la mirada de la mamá? ¿Del maestro?

En los sucesivos encuentros jugamos con peluches (aparece un objeto entre los dos, que posibilitará el espacio de juego al modo que lo plantea Winnicott “espacio potencial de juego”) y se torna más conversador sobre las cosas que le gustan y que ya no tiene fiebre por los remedios que le dan.

Hasta acá, es la mamá quien comenta al finalizar cada encuentro que Fer se queja de que le duele la cola cuando lo baña y lo seca, que habla que tiene fiebre por los remedios, que a veces habla solo y dice “déjame,” “salí”. Que ella no le pudo contar a nadie lo que sucedió, que está enojada con el jardín porque siente que nadie le cree, que no siente confianza con el jardín y siempre agrega esta frase: “No sé si hice bien o mal” por no hacer escándalo en el jardín, por no contarlo. Pienso en ¿Qué es hacer bien o mal? ¿Qué contar? ¿Hasta dónde?

La cito en una entrevista individual, donde comenta que Fer hace berrinches, que se descarga con ella, que está enojada con la maestra porque no la llamó para saber cómo estaba su hijo, que quiere hacer y no se anima, que no sabe si hace bien o mal, le duele que la critiquen por tranquila, que siente que quiere hacer todo por él, pero siente que no hace nada, que cuando llega el papá Fer lo absorbe.

En la sesión siguiente, Fer entra diciendo “soy pequeño y quiero ser grande”, me indica que dibuje un castillo y él nombra a la reina y le digo que entonces la dibuje él y dice “las nenas son reinas,” “yo no soy reina, soy rey”.

Le cuento que charlé con la mamá y me contó que le duele cuando le lavan la cola y que eso me preocupó y se lo planteo como pregunta y responde: “lo digo para que me lave la cola” “la cola no me duele”. Le pregunto si se lo diría a la mamá y dice: “no”; pregunto por qué y responde “porque la quiero mucho”.

Trabajamos sobre que es ser más grande y lo que se puede hacer solo.

Otro día llega la mamá angustiada porque le pegó en la cola (porque hizo caca en el borde del inodoro y jugó con el papel higiénico y cuando lo retó le dijo: “me voy a casar con vos”) y dice que se desconoce, que siente muchas cosas que se le acumulan, que está preocupada por si el profe sigue dando clases, por lo judicial, por si tiene que ir a otro jardín. Yo digo que tiene que ir al jardín, y se puede pensar en otro, conocer y elegir otro, que la vida continúa más allá de las cosas que acontezcan. Le ofrezco tener un espacio propio y acepta. Empieza a trabajar con otra colega del equipo. ( En la primera sesión con ella la Sra concurre con su bebé, el hermanito de Fer)

A la sesión siguiente…Fer viene tenso, porque la mamá se enojó con él y hace un dibujo que son “juguetes” y agrega: “mi profe de música me tocó la cola con la mano”.



-Creo importante destacar, que en otro espacio, diferente al clínico, se desarrollaron escenas en relación a este caso. Me refiero a la articulación con el área de Educación, articulación que entre mis tareas coordino. En una primera instancia se sucedieron llamados de la inspectora para saber si se estaba trabajando con el niño, cómo se trabajaba con los papás por el tema de las denuncias y su reclamos al jardín. Más tarde el equipo de gabinete solicitó una entrevista para saber cómo estaba la situación del niño, de la situación en el viejo jardín y de su inserción al jardín nuevo.

En estas conversaciones y espacios se tornó complejo sostener la diferencia entre el espacio clínico e institucional. Dar una respuesta a la institución educativa que no involucrara el espacio de Fernando requirió del apoyo de la supervisión. Poder pensar cómo responder a un querer saber de los actores educativos implicó aclarar que no tenía respuestas para lo legal, que no tenía respuestas para la reacción de los docentes, pero que sí tenía respuestas sobre Fernando y su mamá. Respuestas acerca de que tenía que seguir asistiendo al jardín, pero que debía ser otro. Entonces comenzamos a “articular” para ofrecer a la familia un nuevo jardín, para acompañar a la mamá a conocerlo, a sus integrantes y que se animara a preguntar acerca de sus dudas, no desde un lugar persecutorio, sino desde un lugar de necesidad, como ella expresó: “yo necesito preguntar, saber el nombre, antes me quede tranquila y mire lo que pasó”



En agosto cuando vuelven a comenzar las clases, hablamos del jardín, él quiere ir “donde haya un profe bueno”…”y mi profe de música me tocó la cola”.

Le pregunto si se está bañando solo y dice que sí. Si le sigue doliendo la cola y dice que no. Si le sigue diciendo a la mamá que le duele y responde que no se lo dice. Entonces agrego que su mamá debe estar más tranquila y dice que sí. Le pregunto ¿y vos? Y contesta: “También”.

En ese momento va contando que ahora se duerme en su cama y cuando se despierta se pasa a la de los padres. Que se baña solo y se lava la cola solo y a veces lo ayuda la mamá. En las sesiones se vuelve más curioso y explorador, se interesa por otros juegos, juegos de competir con reglas que intenta cambiar a su antojo.

En septiembre comienza en un nuevo jardín. Fer está contento con su jardín nuevo. Tuvo música y el “profe tiene cara de músico,” “a ese no le tengo miedo.” Nombra a su seño y a nuevos compañeros. Está en sala de 4 por una cuestión de horarios y cuando le pregunto cómo es estar con nenes un poco mas grandes responde: “bien… yo soy un varón pequeñito… me lavo la cabeza y la cola solo… me duermo en mi cama y cuando me despierto voy a lo de mi papá”.

En los últimos encuentros cuenta que vió la peli de Peter Pan y hace el dibujo del Capitán Garfio y Peter con las espadas y relata que el cocodrilo le comió la mano al capitán y lloró y después Peter se puso el gorro del Capitán. Y que a él le gusta más Peter Pan.



Verónica Colombo

Psicopedagoga

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